El concepto de anomia proviene del griego y viene a significar “violación de la ley”. Durkheim lo clasificaba como el estado de carencia de normas sociales y destrucción de la estructura que estas componían, así como la desintegración de los lazos sociales en el contexto de la Revolución Industrial. Merton sin embargo, define la anomia como disasociación entre la estructura cultural (metas) y la estructura social (medios)
Es el propio Merton quien afirma que la cultura estadounidense (y global, porque el ser humano funciona igual en la mayoría de situaciones) promueve una serie de valores, estatus, y formas de vida como socialmente ideales, que deben ser alcanzados por todos los miembros de la sociedad para sentirse plenamente integrados y exitosos; pero que al mismo tiempo, la estructura social no les permite a todos los sujetos acceder al tipo de vida inicialmente promovido por esa cultura. Solo un pequeño porcentaje de ciudadanos podrá mejorar su estilo de vida y acercarse al canon, y en este desacople se produce para Merton la situación de anomia, que puede desembocar en una serie de conductas que no se ajustan a lo esperado.
Post-IIGM la situación mejoró económicamente, forjándose una clase media y con ello una identidad: coche, piso y vacaciones familiares. También un auge de la cultura, siendo la universidad más accesible y los materiales didácticos al alcance de la mayoría. La mujer empezó a incorporarse al mundo laboral y con ello la estructura familiar se transformaría, dando paso a las revoluciones y luchas de izquierdas de índole cultural en vez de clase social. Si en la Revolución Industrial se pasaba de bienes artesanales a bienes industriales, en esta nueva Revolución pasaríamos de cultura de elitista y de minorías a cultura de masas y popular, importando una gran parte de países extranjeros como Estados Unidos y Francia. Prêt-a-Porter Inditex y Política Buzzfeed.

Quizás ahora estamos pasando por una anomia post-Merton, o más bien vivimos en una sociedad del espectáculo e hiperreal, en la que no importan tanto las acciones sino el simbolismo. El ascensor social se ha ralentizado, pero eso no significa que no podamos salir un sábado con nuestros amigos o pareja a un restaurante de moda y con nuestras mejores galas, ya sean auténticas o simuladas, o subir instastories para simular y sobre todo, intentar autoconvencerte de tu posición en esta nueva jerarquía (fake it until you make it). Después de ese día podría acudir a una manifestación/performance sobre cómo comer carne está mal y lo más importante, demostrar el conocimiento que adquiriste en el máster de política cultural.
Si no nos queda lo verdadero quizás los símbolos y lo hiperreal ayuden a soportar esta situación
Artículo escrito por @driesvannodiez