Populismo Ilustrado
Carta a los jóvenes extremadamente en línea de parte de un ex-joven extremadamente en línea
Esta entrada nace de diferentes conversaciones que he tenido en las últimas semanas en lo que se refiere a qué se puede hacer con la energía creativa que se genera en cierta esquina de las redes sociales. Esta esquina estaría habitada por millennials y zoomers que aproximadamente se posicionan entre la derecha liberal mainstream y la derecha totalitaria, es decir, en el espacio ideológico entre cayetanos y paleros. Tradicionalmente, este espacio ha estado ocupado por los conservadores, pero esta etiqueta no encaja del todo porque muchos habitantes de este espacio consideran acertadamente que éstos fracasaron al retirarse del mundo y dejar a los hombres de negocios a cargo del corral, lo cual ha resultado en un dominio absoluto de la izquierda en el terreno cultural y un domino absoluto del capitalismo laissez-faire en el económico. El declive es tan pronunciado, que los principios del conservadurismo clásico son insuficientes y algún tipo de reacción/revolución desde este campo es necesaria para volver a nivelar el tablero.
Esto además significaría que el conservadurismo es una etiqueta incompleta para bregar con los cambios sucedidos en los dos bloques clásicos de la democracia liberal en los últimos años y que los anglosajones comienzan a llamar post-liberalismo. El campo de la derecha ha sido ampliado al apelar a las clases populares abandonadas por la izquierda, pero también ha sido encogido por la huida de los tecnócratas de derechas adoradores del dinero (que en la mayoría de casos ni siquiera tienen). Dibujando con brocha gorda, tendríamos ahora tres espacios: izquierda interseccional, el tecnoliberalismo y la llamada derecha populista. Como resultado de esto, somos muchos los que nos encontramos dentro de una masa demográfica que aún no tiene una casa política definida en España, somos aquellos que nos consideramos conservadores en lo social y progresistas en lo económico, o más correctamente, en contra del capitalismo global y financierizado y a favor de un Estado generoso. Esto surge a modo de intuición, pero debido a la atomización de la modernidad, falta de referentes y al abuso de redes sociales, surgen una serie de ideologías-meme prêt-à-porter y con las que cada individuo aislado intenta crear un sentido y una cosmovisión de su experiencia sensorial, por lo que además de conservadores, nos encontramos con personas que se identifican como distributistas, tercerposicionistas, peronistas, corporativistas, democristianos, integralistas, neorreaccionarios, aceleracionistas, tradicionalistas, ranas memeantes y toda una retahíla de etiquetas que parece más un listado de trastornos de la personalidad que de sistemas de pensamiento. Es por ello por lo que es necesario acotar el espacio para definir aquello que muchos tienen como imagen mental pero que no saben definir ni delimitar verbalmente. Por utilizar un nombre relativamente extendido y para reunirnos bajo un mismo pendón, diré que somos la derecha popular. O populista.
Una vez tengo cercado el espacio al que dirigirme, en el que además supongo que Ortodoxia tiene la mayoría de sus lectores, puedo avanzar en el objetivo de escribir este artículo, esto es, proponer un esbozo de hoja de ruta para aquellos que realmente tienen interés en participar en la vida de la polis y que quieren salir de la dinámica tóxica de memes y comentarios de las últimas noticias en la que percibo que se encuentra este movimiento incipiente. Soy perfectamente consciente de la existencia de elementos que están en este espacio porque no tienen otra cosa mejor que hacer con su vida y que en el fondo no tienen ningún interés en hacer algo más allá de perder el tiempo con su teléfono inteligente. A este grupo de cínicos no tengo nada que reprocharles, es más, les prefiero fuera, soy de la misma línea que el Papa ficticio Pio XIII, mejor pocos y buenos que muchos y malos. Lenin también decía algo parecido, que a pesar de ser uno de los hombres más execrables de la Historia, al menos le podemos ameritar el haber hecho que su movimiento acabase imponiéndose al resto, incluso sin ser una mayoría.
Esto no es sólo necesario para actuar en el presente, sino para el mundo al que nos dirigimos y que la pandemia ha acelerado. En lo que a mí respecta, el presente lo podemos dar enteramente por perdido. Llegué a esta conclusión con las elecciones de noviembre de 2019, anticipé un Reich Sanchista de una década, por lo que considero un esfuerzo inútil prestarle algún tipo de atención a cada una de las tropelías con las que nuestros Presidente y Vicepresidente nos chulean cada día. Hemos tenido en 2020 un menú degustación de lo que nos espera en los próximos años, el tratamiento mediático e institucional que se ha hecho de la pandemia es una clara muestra del futuro que hay en el horizonte. Pero la misma noche que anticipé los 10 años de sanchismo, vi también cuál era la ruta para la travesía en el desierto, una oportunidad para atajar los problemas que nos habían llevado a perder y a no tener visos de ganar en el futuro cercano. A saber, la falta de estructuras intermedias y la cesión a la izquierda en los espacios ideológicos y culturales.
Pero no podemos reducir el futuro a ciertas personalidades ni a las particularidades de España. Lo relatado más arriba se incrusta en un ambiente tecnológico, económico y político a nivel global. En el lenguaje del día a día, es muy común el uso de dictadura y totalitarismo como intercambiables, pero no son lo mismo. Podríamos definir un régimen dictatorial como aquél en el que un individuo o un grupo reducido de individuos controlan las instituciones y la sociedad, mientras que un régimen totalitario es aquél en el que una ideología única controla las instituciones y la sociedad. Es común que las dictaduras sean regímenes totalitarios (o viceversa), pero no es ése el escenario al que nos dirigimos. A lo que nos dirigimos es a lo que Rod Dreher denomina Totalitarismo Blando en Live Not By Lies, es decir, las instituciones de la democracia liberal seguirán funcionando en apariencia, pero el pluralismo será eliminado y éstas serán dirigidas a controlar todos los aspectos de la sociedad desde una ideología concreta. Este totalitarismo no ejercerá una violencia salvaje como los regímenes totalitarios del siglo XX, no tendrá campos de exterminio ni Gulags, aunque sí tendrá una Stassi. Este totalitarismo se esconderá detrás de una capa de terciopelo en la que la amabilidad y preocupación por los más desfavorecidos serán meras excusas para demonizar y perseguir a los disidentes. Hay otro factor diferencial con respecto al totalitarismo duro, los métodos de persecución al disidente no serán responsabilidad del Estado, sino que se derivarán a una serie de corporaciones privadas que controlarán el monopolio para definir lo que es la Verdad a través de la producción cultural, los medios tradicionales y las redes sociales; todo esto para forzar a corporaciones rivales o a individuos a tragar con todo aquello que los ideólogos del sistema consideran que se les debe obediencia. No te mandarán a los Monegros a picar piedra a que te mueras de agotamiento, inanición o tuberculosis, simplemente les bastará con darte muerte civil y convertirte un paria. Tienen para ello el control absoluto de la opinión pública y una tecnología cada vez más invasiva. En definitiva, tendremos una versión más nebulosa del sistema de crédito social en China.
Es imprescindible entender que el sistema usa los principios de la izquierda interseccional en tanto en cuanto le son útiles para disolver y controlar, no porque persigan el establecimiento de una república socialista global, por mucho que diga Federico Jiménez Losantos, no estamos en medio de una revolución comunista. Trayendo aquí a De Prada, ojalá estuviésemos en medio de una, mucho más preferible a la degeneración moral que nos espera. La izquierda interseccional no es el problema, es el medio, por lo tanto hay que abandonar la obsesión con ella y aplastar la añoranza por el pesoe moderao. El interseccionalismo es útil al sistema porque degenera al hombre para que se preocupe únicamente de lo emocional y lo sensorial, para que olvide la razón, la moral tradicional y los principios, es decir, lo que Macintyre definía como emotivismo, pero mezclado con Un Mundo Feliz. Citando a Dreher:
El totalitarismo blando explota la preferencia del hombre moderno y decadente por los placeres personales por encima de los principios, incluso de las libertades políticas. El público apoyará, o al menos no se opondrá, a la llegada del totalitarismo blando, no por miedo a castigos crueles sino porque estará más o menos satisfecho con la comodidad hedonista.
Para terminar de tener una imagen completa, es imprescindible saber para qué es necesario todo esto y quiénes se benefician. Es decir, el cui bono. ¿Se trata simplemente de mera maldad o hay algo más? Las tecnológicas y sus amos nos van a dirigir hacia lo que Joel Kotkin denomina Neofeudalismo, esto es, un sistema socioeconómico donde tenemos una superclase global intocable, que vendrían ser los nuevos señores feudales, y una subclase de siervos que se depauperan cada día más y cuyas posibilidades de tener un proyecto de vida realizante o adquirir propiedades tienden a cero. La víctima principal de este nuevo sistema son por tanto las clases populares (clase media-baja y clase trabajadora). Los nuevos siervos deberán ganarse el pan en la gig economy. Si esto fuese insuficiente para vivir, nuestros amos nos proveerán con lo que nos falte a cambio de que les permitamos seguir exprimiendo nuestros datos y manipulando nuestro comportamiento (de ahí el impulso en Silicon Valley por la renta básica universal). Para que este sistema funcione, una capa intermedia es necesaria, Kotkin se refiere a ella como cleresy, un portmanteu en inglés de clergy (clero) y bourgeousie (burguesía), pero que en español conocemos como mandarines. Esta cleresía o clase media-alta sería la responsable de la producción cultural, dispensar soma en forma de entretenimiento total infinito y de mantener la ortodoxia ideológica. Es la Catedral de Moldbug, lo que en España algunos llamamos La Pesoe. El objetivo final es tener una masa de siervos que sean totalmente dependientes de los servicios prestados por Big Tech, que en un principio son gratuitos en términos monetarios, pero que en realidad se pagan muy caros porque el precio es tu soberanía personal y tu alma.
Mientras estoy escribiendo el primer borrador de este artículo, las tecnológicas están llevando a cabo una razzia contra Trump y sus seguidores, lo cual me parece un ejemplo suficientemente esclarecedor para tomarse en serio lo que expongo. Por supuesto que habrá quien piense que los asuntos de los Estados Unidos no son de nuestro interés y tiene su parte de razón, a veces prestamos demasiado atención a la política americana, pero en este caso es diferente. Estamos hablando de un fenómeno global que tiene su proceso más avanzado en Estados Unidos, pero que va a acabar llegando a España, a donde todo suele llegar con un lustro de retraso, pero acaba llegando. A esto se suma que los prescriptores tienen una fijación especial con vender al español medio que somos un país atrasado, por lo que cuando llegue, lo cogeremos con más entusiasmo que nadie, como ya ha sucedido de hecho en otras instancias. Ocurrirá adaptado a nuestras circunstancias, quizás la raza no juegue un papel importante, supongo que los tiros irán más hacia la violencia de género o la Memoria Histórica, o incluso, quién sabe, la catalanofobia o alguna pamplina así. En cualquier caso, dado que vivimos en mundo globalizado, donde los dos países que se disputan la hegemonía mundial, China y EE.UU., tienen este proceso muy adelantado, es suficientemente realista pensar que alguna forma de totalitarismo blando acabará implantándose en España.
Pero además de lo enunciado hasta ahora, todo esto es significativamente relevante para esta especie de movimiento incipiente que estoy intentando delimitar, porque al contrario que otros grupos, nosotros hemos nacido en Twitter. Es decir, otros grupos políticos nacen de movimientos existentes en el mundo real y se incorporan al virtual como herramienta para avanzar su agenda. Nosotros, por el contrario, somos individuos que asqueados por el panorama en el espacio público y por la ausencia de referentes en éste, acudimos a las redes sociales como vía de escape. En éstas conocemos a otras personas que se encuentran en la misma situación, con lo que se crea una especie de identidad de grupo. Pero esta identidad es un espejismo, no existe, no tiene influencia relevante ni siquiera en el campo de la derecha. Esto quiere decir que tener un movimiento basado exclusivamente en internet es extremadamente dependiente de los arbitrios de los dueños de las redes sociales. Es por ello por lo que es necesario que nosotros hagamos el camino contrario al resto, es decir, nosotros deberíamos ir de las redes hacia la calle.
Debido a la persecución ideológica que Silicon Valley lleva a cabo, muchos están tentados a buscar alternativas como Parler o Gab. Esto en mi opinión es absurdo. Para estos asuntos, hay que estar dónde está la gente y la mayoría de ella está en Twitter. Pero hay algo más, no sólo es lo cuantitativo, sino lo cualitativo. Twitter ya no es únicamente un lugar donde comentar las noticias, éstas nacen ya directamente de Twitter. Lo que se discute ocurre allí mismo. Éste es el canal oficial, no nos queda otra. Las otras alternativas pueden servir para fedpostear, pero poco más. Lo anterior no es ni mucho menos una defensa de Twitter, sino una mera descripción de la realidad. Y para ser completamente honestos, lo realmente beneficioso a nivel personal es no estar en ningún lado, pero si hay que hacerlo, al menos que sea en un lugar que sea más productivo colectivamente.
Sin embargo, hay que ser conscientes de los problemas particulares que genera. El más importante es la falsa sensación de estar haciendo algo por el mero hecho de estar ahí hablando de política. Esto la mayoría de las veces no es más que pasarse las horas peleándote con desconocidos sobre las noticias de última hora. Además de no llegar a ningún lado, el estar polemizando en línea continuamente no sirve para otra cosa que para instrumentalizarte para los fines espurios de terceros. Quizás es necesario recordar que todo funciona debido a la economía de la atención, tú no usas Twitter, Twitter te usa a ti. Pero no sólo Twitter, también los medios de comunicación tradicionales. Todos esos periodistas analfabetos y semi-alcohólicos sacan su sueldo miserable de las reacciones emocionales que producen sus artículos, porque cuando haces clic para entrar en éstos, los anuncios que ves están generados a la medida para ti. Da igual qué clase de basura haya en su artículo, a ti te aparecerán anuncios que el algoritmo entiende que apelan a tu manera de ser y a tu ideología, quizás libros con los argumentos más sólidos para refutar al periodista analfabeto. Pero incluso si no entras en su artículo, simplemente pueden vender a sus clientes y jefes el engagement en redes sociales que generan para exigir un precio más alto. Por lo tanto, es imprescindible dejar de seguir las noticias, lo último que consigues con ellas es informarte.
Siempre hay quién tiene objeciones a esto. Se esgrime como argumento que hay que estar al tanto de lo que pasa y dar la batalla cultural. Hay quién incluso añade que es necesario escuchar la SER o leer El País para saber qué piensan en el otro lado de la valla. Lo primero y obvio, es que si es un hecho importante, te acabas enterando por otras vías, pero en la gran mayoría de ocasiones estamos hablando de falsas polémicas para generar tráfico en internet, puedes vivir perfectamente sin esa información, que además es basura cognitiva que será desplazada por la basura cognitiva del día siguiente, tomando un espacio valioso en tu cerebro para conocimiento que no te embrutezca, sino que te eleve. Pero segundo y más relevante, es un asunto de soberanía personal, de no dejarse manipular emocionalmente por unos elementos que te ven como una mera vaca a la que ordeñar atención.
Pero si estos argumentos tampoco sirviesen, simplemente es necesario añadir que este artículo no será leído más que por unas decenas de personas, se contarán con los dedos de una mano aquellas que realmente me harán caso. Quédense tranquilos los que están preocupados por la batalla cultural, que hay millones de boomers que no entienden cómo funciona internet y que están disponibles para ser utilizados como siervos epistémicos en el arado de los campos del infotainment. Pero ya que estamos hablando de esto, quizás sea beneficioso detenerse un momento aquí. Cuando Cayetana Álvarez de Toledo fue destituida como portavoz popular en el Congreso, ella misma y otros muchos empezaron a hablar de la necesidad de dar la batalla cultural. Con esto, muchas personas bienintencionadas se estaban refiriendo a la necesidad de que la derecha convencional se apartase del discurso de la buena gestión y los impuestos bajos para volver a defender aquellos valores culturales y morales que importan a sus votantes. Esto que en principio puede parecer muy loable y razonable, acaba teniendo una aplicación práctica muy lejos de lo que se supone que pretende. El lugar último de la dichosa batalla cultural es el Síndrome de Enajenación de Ayuso, del que ya he hablado en otro artículo, o en nuestro caso y para ser honestos, el Síndrome de Enajenación del PSOE. Es decir, al final todo acaba en discusiones irracionales y bizantinas sobre asuntos que no tienen ninguna relevancia a largo plazo y que sólo sirven para avanzar las carreras profesionales de los políticos y periodistas que nos dicen que hay que dar la batalla cultural. Me entristece ver a personas inteligentes en mi feed, que de otra manera no votarían al Partido Popular ni borrachos, defendiendo a Ayuso o Almeida cuyo único mérito es hacer arder la sangre de los que se presentan como nuestros adversarios. Por lo demás, no representan nada de lo que nos favorece en los asuntos importantes. Son más de lo mismo. Pero esto vale incluso para políticos que supuestamente están en nuestra cuerda.
Lamento repetirme, pero vemos de nuevo como somos utilizados por terceros para sus fines personales. Pero incluso si estuviésemos defendiendo a individuos virtuosos preocupados por el futuro de la nación, para que pudiese haber una batalla cultural sería necesario tener al menos un campo de batalla, el cuál no existe. Lo que tenemos son dos bandos haciendo maniobras en su Cerro Muriano particular. Por lo tanto, lo que sería mucho más productivo sería elevar a los tuyos en lugar de debatir con el contrario, que ni siquiera te reconoce como interlocutor legítimo, ya que considera que sólo es posible ser de derechas por dos medios, ser estúpido o ser malvado. En cualquier caso, el mercado de las ideas no es más que una construcción de cuatro whigs adinerados gracias al esclavismo y que en el fondo estaban de acuerdo en todo, no es válido para una sociedad con educación y medios de comunicación de masas donde los paletos podemos participar en la política.
Llegado este punto es muy probable que haya personas que pueden interpretar que estoy dando mensajes cruzados, por un lado he dicho que hay que estar en las redes sociales pero luego he dedicado varios párrafos a describir la naturaleza tóxica de éstas y la utilización a la que somos sometidos por individuos con agendas propias. Lo que estoy intentando decir es que hay que estar en las redes pero hay que usarlas de manera inteligente y para nuestros fines, es decir, el crecimiento y avance de la derecha popular. Esto quiere decir que hay que estar en ellas para que otros individuos aislados como nosotros puedan darse cuenta de que no están solos y de que tienen espacios en los que participar. Pero que hay que ser un más espabilados y adaptarse al cerco de la censura. Para ser honestos, y sin querer hacer victim blaming de ése, sólo una minoría de figuras célebres son objetivo directo de censura, la mayoría de los cierres de cuenta que he visto son anons recordando a minorías sexuales y raciales ciertas estadísticas, cuando no directamente insultos o amenazas. Sinceramente, hay que ser más listos, el recordarle a según qué personas que van a morir de alguna enfermedad especialmente rampante en su grupo demográfico no es en particular ventajoso, además de cruel. Como digo, es mejor ignorar directamente al otro campo, no hay nada que rascar en el intercambio con ellos en las redes y suele acabar en cierre de cuenta por reporte masivo, en lo cual están bastante bien organizados.
Como Millennial viejo, soy de la generación que vivió el internet salvaje de los dosmiles tempranos, el cuál se caracterizaba por dos cosas. La primera es la naturaleza propia del Internet 1.0, es decir, al contrario que el 2.0, el cuál está reducido a no más de cinco sitios web, lo que hacías en aquella red era eso que se llamaba navegar, había una infinidad de páginas web creadas por amateurs con mucho tiempo libre sobre temas de lo más variopinto, muchas de estas webs eran foros o chats. En éstos, sólo los dementes revelaban su identidad y foto real, era visto como algo excéntrico y el resultado es que la persona fuera víctima de abuso e insultos, razón por la cual, siempre sospeché que quién lo hacía debía tener alguna parafilia por la que le excitaba ser insultado por desconocidos. Pero continuando con esto, viene lo segundo, en las casas había un ordenador, que era El Ordenador de la Casa, tú te conectabas a internet cuando tu padre y tu hermano mayor te dejaban. En esencia, estabas una hora o dos bajando música, hablabas con otros sobre esta música recién descubierta y luego te ibas a la calle a seguir con tu vida, pero Internet no se quedaba contigo en el bolsillo. Había un elemento de creación de avatar anónimo, una segunda personalidad en línea que te permitía un cierto elemento creativo, pero que se quedaba ahí.
Con el advenimiento del Internet 2.0, llegaron el exhibicionismo, los selfies y la conexión constante en la que identidad real y cibernética se acababan mezclando. Sin embargo, yo he mantenido esta especie de segundo personaje en línea que tiene algo de mí en lo personal, pero también muchos elementos novelescos. Esto es algo que hago precisamente por la cultura online a la que me expuse de adolescente, y que he relatado más arriba; pero que va a resultar muy útil viendo hacia dónde están tendiendo ciertos opinadores públicos. Habrá quiénes no nos tomen en serio por no usar nuestro nombre real y nuestra foto, hay quiénes hacen cierto escarnio. Esto viene de dos sectores, primero de ancianos que no se enteran de qué va la película y a los que no hay que hacer caso, pero segundo y más importante, por parte de miembros de la cleresía que quieren tener sobre ti el poder de cancelarte cuando les parezca adecuado. Es por esto que apuesto por cierto nivel sano de larpeo, si nadie es capaz trazar tu identidad real, es más difícil cancelarte y eres prácticamente imposible de ser baneado permanentemente. Si te banean como anonXYZ, mañana puedes volver como XYZanon. Y si te vuelven a banear pasado mañana, vuelves como anonZYX. Tus mutuos te reconocerán y eso es lo que debería ser suficiente.
Lo que me lleva a lo siguiente. Excepto ciertas personas con más carisma que llegarán a tener miles de seguidores, lo ideal es tener una estructura online en forma de malla. Es decir, por mucho que lo restrinjan, internet no es un espacio físico, controlarlo y vigilarlo 100% es una quimera hoy por hoy. Pueden banear permanente a personas que dan su identidad real y aquellos que por su número de seguidores son fáciles de reconocer por los gestores de las redes sociales. Pero controlar a miles de cuentas con centenas de seguidores interconectadas en malla es una labor sísifea, mientras banean a 10, otras 10 cuentas nuevas se crean. Recuerdo que la persecución en el totalitarismo blando no la lleva a cabo el Estado, que sí tendría la capacidad para perseguirte legalmente, sino los censores de la propia red y figuras públicas que responden a los chivatazos que les pasan bum boys y charos con mucho tiempo libre y que se reducen a investigar la información que pueden encontrar en internet. De ahí que vuelva a traer a colación a la Stassi, serán otros miembros de la sociedad comportándose como burdos soplones los que te buscarán la ruina, no el aparato estatal per se.
En resumen y para cerrar el ámbito online, hay que hacer un uso más inteligente de las redes sociales, esto es:
- Evitar que el Ojo de Sauron nos encuentre, se hace no usando palabras que el algoritmo reconozca y no interactuando con individuos que están buscándote las vueltas para reportarte. Mi experiencia me ha demostrado que puedes evitar al algoritmo simplemente usando deletreo alternativo o términos sólo entendidos por los que te leen habitualmente. Esto además sirve para echar a chismosos y a periodistas. Algunos todavía me corrigen y recuerdan que no es demigrante, sino denigrante.
- Las redes sociales deben ser un punto de encuentro y no un fin en sí mismas. Parafraseando a las enseñanzas cristianas, hay que estar en Twitter, pero no ser de Twitter.
- Evitar la tentación de ser vanidosos dando nuestra identidad real. Se debe crear una identidad online que no sea trazable.
- Generar una malla de usuarios afines que haga que los censores se vean una situación similar a la de intentar hacer un rebaño de una colonia de gatos.
Una vez que la situación ha sido descrita y una vez que hemos establecido que los puntos débiles de la derecha en España son la ausencia de estructuras intermedias y la ausencia de referentes culturales e ideológicos en el espacio público, entonces podemos discernir cuáles deberían ser nuestros objetivos. Nuestra labor debe ir encaminada precisamente en dos frentes: organizacional e intelectual.
El adanismo es un mal típico de los conversos como yo, el pensar que uno es el primero andando cierto camino es algo demasiado común y que en este caso viene justificado no por la inexistencia de referentes, como solía pensar en un principio, sino por la falta de visibilidad de éstos. Se suele señalar una falta de élites en la derecha. Con élites no me refiero a clase social, sino a élites intelectuales. Pero lo cierto es que una vez se hace una exploración más detallada, uno se da cuenta de que realmente sí existe esta élite. O mejor dicho, sí que hay personas que son esta élite potencialmente. Youtube está lleno de conferencias y presentaciones de libros organizadas por asociaciones culturales de las que los que somos más jóvenes de 40 años jamás hemos oído hablar. Independientemente del tema o de los organizadores, todos estos eventos son muy parecidos, un conferenciante por encima de los 50 años, un público no muy numeroso de más o menos la misma edad, presentación de un libro y unos cuantos lamentos sobre cómo está España. Luego supongo que todos se van a su casa con la satisfacción de haber hecho algo.
La sensación que me suelen dar estos eventos es la siguiente. Normalmente son personas que por edad y por generación ya están en un punto en el que tienen su vida económicamente solucionada y no quieren meterse en muchos líos. Muchos de ellos son catedráticos de universidad, me imagino que deben ser el garbanzo negro de su departamento académico y no quieren que una panda de fanáticos les dé la chapa llegados a ciertas alturas de la película. Investigan, escriben sus libros y dan sus conferencias pero sin hacer mucho ruido, al fin y al cabo tienen una vida cómoda, tampoco quieren menear mucho la barca. Es decir, sí que existen esas personas con la formación académica e intelectual que nos podrían proveer de unas ideas genuinamente españolas sin tener que buscar referentes que nos son extraños. No somos nosotros los que hemos rescatado a Fernández de la Mora o a Balmes, ya existían una serie de personas a título individual que se han encargado de mantener la llama viva para que la encontremos. Están ahí, sólo hacerlos más accesibles al resto.
No quiero resultar crítico ni echar en cara nada a estos señores, simplemente estoy intentando plantear una de las ideas principales de este artículo. Si me pongo en el lugar de estas personas, soy capaz de entenderles perfectamente. Al fin y al cabo, todos hemos sido en algún momento esa persona del grupo de amigos que tiene una ideología o unos gustos un poco… alternativos. Puedo entender lo que es la soledad intelectual, para avanzar una idea necesitas un público que te escuche, pero si lo que hay es La Nada, entonces es fácil caer en el desasosiego y retirarse a la comodidad de tu despacho. Lo que me lleva al tema central de mi propuesta. Es necesario crear un cuerpo de lo que serían los cuadros medios de una organización que ofrezcan esa estructura necesaria para dar una línea de comunicación entre la gente normal y las personas que realmente están en una situación por capacidad e intelecto de comportarse como élites. Es decir, esas personas que van a potenciar, debatir y promover en el espacio público ideas para que sean parte de los temas discutidos en sociedad. Los que van a dar una batalla cultural real. Pensábamos que no teníamos intelectuales, pero sí los teníamos, lo que nos hacían falta son currantes. Gente que se ponga manos a la obra. A organizar conferencias, grabar podcasts, escribir artículos o convocar movilizaciones. Si algo ha demostrado la pandemia es que los políticos españoles, incluso los que pueden ser de nuestro bando, se comportan como monarcas absolutos que no escuchan lo que muchos de sus votantes tienen que decir. Es precisamente por esto, porque no existe una sociedad civil organizada que les presione. No existe conexión entre el pueblo llano y las élites del país.
He usado cuadros medios por falta de un término mejor, pero no me estoy refiriendo a crear una única organización en concreto. No lo he expresado explícitamente, pero se puede extraer de mis palabras que apuesto por una estructura descentralizada porque va a ser más difícil de ser cancelada o controlada por partidos políticos. Pero también porque cada persona tendrá una situación o algo particular que aportar. Los habrá que puedan aportar su mera presencia en eventos, los habrá que podrán producir contenido, los habrá que podrán editar libros o los habrá que podrán crear producciones artísticas. Lo relevante es dejar atrás el papel pasivo, ningún político basado te va a salvar. O al menos si no tiene un grupo de presión detrás. Cada uno debe asumir algo de responsabilidad y adoptar un papel más activo. Lo más difícil de moverse es echar a andar. No importa cómo lo hagamos mientras nos movamos. El mejor ejemplo que puedo dar es este artículo, ojalá lo escribiese otra persona más brillante, con mejor prosa y más sustancia intelectual, pero aquí me tenéis, un semianalfabeto producto de la LOGSE escribiendo más de 9.000 palabras sobre el futuro de la derecha popular española. Alguien tenía que hacer este trabajo y ésta es mi aportación.
Los más jóvenes están de suerte porque ya existe algo que ejemplifica perfectamente el tipo de organización que tengo en mente y es Revolutio. Es perfecta porque es una organización política, pero no mucho, es decir, es un grupo de chavales con los que vas a tener afinidad ideológica pero vas a hacer actividades alternativas que te van a sacar de la espiral de ocio alienante y embrutecedor que te ofrece la modernidad, así lo explicaron algunos de sus miembros. Es así como se construye una nación y no esperando a que un político te rescate. Honestamente, si tienes menos de 24 años, deja de leer este artículo y hazte miembro.
Desafortunadamente, hay otros a los que por edad un tren como el de Revolutio se nos ha escapado. Pero no hay que desanimarse, aquí las posibilidades son infinitas. Se puede intentar crear un magazine online como la propia Ortodoxia (o participar en ésta), se puede crear un podcast como Dialéctica Maestro-Esclavo o se pueden fundar las organizaciones adultas que den continuidad al proyecto de Revolutio cuando sus jóvenes tengan que abandonarla. Pero habrá un momento en el que habrá que ser más ambiciosos, quizás cuando todo esto sea trendy y lleguen el dinero y las mujeres. Llegará el momento de fundar editoriales, medios de comunicación con profesionales o think tanks. Pero para llegar ahí es necesario que sean rentables por la fuerza de los números. Y éstos no nos van a caer del cielo si los que pueden hacerlo no ven potencial.
El objetivo final debe ser crear una contracultura conservadora, por lo que no es tan necesario crear organizaciones que se dediquen meramente a la politiquería y al activismo como abrir espacios en los que se pueda departir de cualquier aspecto desde posiciones moral y culturalmente conservadoras. No me refiero al eslogan manido de “ser conservador es el nuevo punk”, lo punk no es más que un berrinche adolescente desde el propio sistema, me refiero a una contracultura fuera de la cultura hegemónica. Esto es mucho más interesante porque nos proporcionará precisamente esos lugares de los que estamos huérfanos y que nos permitirán avanzar nuestra agenda más allá del ciclo electoral. Pero hay una ventaja añadida, esta contracultura trabajaría como red salvavidas en caso de que alguien fuese perseguido ideológicamente, incluso en la situación de verte desempleado, estarás en una red de personas que no te van a tratar como un apestado por tus ideas y que te pueden echar una mano si llegases a necesitarlo. Cualquiera que haya estado parado en España sabe que hay que tener amigos hasta en el Infierno cuando se trata de encontrar trabajo.
Si se me permite, voy a intentar bosquejar las tres líneas que considero que deberían atravesar tanto el discurso como el relato que vayamos a construir. Adicionalmente a los temas que históricamente han caído en el campo de la derecha, como la unidad territorial o la defensa de las tradiciones, debido a los cambios sociopolíticos de la última década, se nos ha abierto una ventana de oportunidad para interpelar a aquellas personas que podrían simpatizar con nosotros por simple temperamento personal, pero que por una gran cantidad de motivos, muchos responsabilidad de la propia derecha, esas personas con intuiciones similares acaban encontrando las respuestas desde la izquierda porque es lo que tienen a mano. Estos tres ámbitos serían: Trabajo, Atomización y Defensa del Medio Ambiente. Ampliemos:
- Trabajo: Este aspecto es crucial, es el punto donde la balanza entre izquierda y derecha se mueve cuando eres joven. Personas con intuiciones conservadoras acaban en el campo de la izquierda meramente por este asunto. Aquí es donde la derecha conservadora ha hecho más dejación de funciones permitiendo que sean los liberales los que marquen la agenda. Mientras no tengamos desde nuestro lado una respuesta contra la precariedad laboral, la falta de oportunidades o el paro juvenil vamos a seguir perdiendo. Las respuestas que tradicionalmente se han dado, han estado justificadas desde la responsabilidad individual o desde privilegiar más aún la posición del empresario. Y es que tiene guasa el asunto, si los empresarios no cumplen unos mínimos para proporcionar un trabajo con unas condiciones que permitan mantener una familia, lo que hay que hacer es eliminar esos mínimos. Eliminado el requisito, desaparece el pecado. Así es la lógica perversa del liberal español. En este campo es donde habrá que ser más creativos, pero será aquí donde se ganará la guerra, no hay futuro sin ofrecer un proyecto alternativo que interpele a trabajadores en lugar de únicamente a inversores y a empresarios como hasta ahora. Esto no debería darse necesariamente desde una visión de la lucha de clases, en que los intereses de trabajo y capital están enfrentados como pensaría un izquierdista, sino desde una visión de mutua colaboración y del establecimiento de un capitalismo nacional.
- Atomización: Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre la soledad, la familia o tener hijos, no me extenderé mucho porque ya desde Ortodoxia se han publicado dos artículos recientemente donde está todo meridianamente claro. Pero por reiterar, si desde nuestro lado no somos capaces de ofrecer una alternativa a la atomización y al aislamiento que no sea una versión optimizada del individualismo y la psicoterapia, no vamos a ser capaces de atraer a esas personas que perciben que viven en una sociedad rota pero que sólo encuentran explicaciones desde un lado. Esto además serviría para dar respuesta a muchas de las cuestiones de la mujer, como la imposibilidad de ser madre, que ahora sólo están siendo respondidas desde el feminismo.
- Defensa del Medio Ambiente: éste es un aspecto donde la derecha está siendo tremendamente torpe, precisamente arrastrados por la política electoral y las guerras culturales. Por el mero hecho de llevar la contraria a la izquierda, se va hacia el lado opuesto y se niega la mayor, cuando lo que se debería hacer es ofrecer una explicación mejor. En 2030 veremos a políticos peperos defendiendo Madrid Central y se les echará en cara justamente que el PP estuvo en contra. Esto es gastar todas las balas en la primera batalla de una guerra que será larga. La defensa de tu entorno es más que sentimiento natural, es un instinto. Está dentro de nosotros el querer cuidar lo que consideramos nuestro hogar, el oikos al que se refiere Scruton. Este hogar no es exclusivamente el espacio físico y la gente contenida en él, sino el espacio que lo rodea y que nos dota de unos contornos que perduran, un lugar que no es tuyo ni mío, sino nuestro. Por lo tanto, considerar la defensa del Medio Ambiente como algo propio de hippies y comunistas es otra estrategia perdedora. Para ganar, nuestra estrategia debe estar basada precisamente en nuestro entorno más directo y teniendo en cuenta otro tipo de agresiones al medio más allá de la contaminación atmosférica. No desde un punto de vista global ni exclusivamente centrado en la polución del aire como hacen el gretismo y el calentismo. No es que esto sea meramente un enfoque erróneo, ojalá fuese simplemente eso, sino que lo que hay detrás del gretismo no es más que pura transferencia de rentas desde las clases populares a la industria energética que se aprovechan de la ingenuidad y las buenas intenciones de jóvenes y no tan jóvenes.
Si estas son tres líneas que hay que incorporar, no me gustaría pasar a siguiente tema sin tratar lo que hay que eliminar: las críticas a la izquierda. Los pocos que han conseguido tener cierta relevancia al margen de los medios tradicionales son aquellos creadores de contenido que se dedican a señalar los excesos de las feministas, nacionalistas o miembros de Podemos, pero esto es tremendamente improductivo más allá de los ingresos en Patreon de algunos. ¿Por qué se hace un trabajo de crítica que le corresponde realmente a la izquierda? Lo que esto muestra es precisamente el derrotismo y holgazanería de la derecha liberal y adláteres, aceptando que no quieren dejar su vida cómoda para implicarse en la polis y hacer el trabajo necesario para hacer prevalecer sus ideas, se dedican a sentarse en sus sillones a esperar que la izquierda no siga su propia naturaleza revolucionaria. Se quejan amargamente sobre la falta de moderación de la izquierda, esperando que la izquierda deje de hacer lo que sabe y debe hacer en función de sus propios objetivos. La izquierda nunca fue moderada, simplemente se encontraba en estadio anterior de su agenda, los nostálgicos de la izquierda moderada vivieron en una época de abundancia donde las majaderías de la izquierda no resultaban tan obvias ni tan innecesarias.
Supongo que para finalizar el aspecto colectivo debería pararme en la participación en partidos políticos. Dejando al margen las diferentes pandas de fracasados en el mundo extraparlamentario, no hay realmente muchas opciones para la participación en política. Pasemos a analizar los tres miembros del Trifachito, ya que son éstos los que realmente tienen alguna relevancia en la vida pública. Empezando por Ciudadanos, nunca fue éste un partido de la derecha más que circunstancialmente debido a la ambición de Albert Rivera de comerse el espacio de un Partido Popular en la ruina, realmente nacieron como una alternativa cuerda al PSC y a eso están volviendo; no entiendo realmente a la gente que los critica por comportarse como el partido socioliberal que son y que tiene equivalentes en toda Europa. A continuación tenemos al Partido Popular, un partido moral y legalmente corrupto, más cerca del vertedero de la Historia que de una victoria a nivel nacional, aun así tiene un suelo electoral relativamente alto y un par de feudos, debe permanecer como un partido de ancianos que son demasiado mayores como para cambiar el voto a ciertas alturas de la vida, pero no es un lugar en el que se pueda hacer entrismo y marcar el mismo gol que marcó Trump. El PP es un cadáver insepulto. Por último tenemos a Vox, que no es necesariamente lo más interesante simplemente por cercanía ideológica, sino por ser un partido de nueva creación, por lo tanto es el partido con más potencial para parecerse a lo que nosotros buscamos.
Tomar el poder de las diferentes agrupaciones locales del Partido Republicano y derivarlo hacia la proclamación de un nuevo César es el mensaje final en Bronze Age Mindset. No, chavales, ni fundar una banda de piratas, ni volver a la Grecia Heroica, ni consejos de automejora personal son las ideas últimas de este libro, aunque ésas sean las conclusiones extraídas por la mayoría. Esto no es casual, BAP ha reconocido él mismo que de la misma forma que Nietzsche escribía para una minoría de filósofos y literatos de su época, él se dirige a una minoría que realmente lo entenderán, todo lo demás son artificios y divertimentos que él mismo coloca para distraer a los menos capaces, su propio pseudónimo forma parte de esta estrategia. Personalmente, soy demasiado idealista y no me gusta aconsejar a los demás cosas que yo mismo no estoy dispuesto a hacer. Pero BAP tiene razón y puede ser aplicable en España, ahora mismo hay delegaciones locales de Vox sin muchos militantes, muchos de ellos adultos sin nada mejor que hacer y sin iniciativa propia, que podrían ser tomadas por un par de nuestros amigos si están dispuestos a dedicarle el tiempo y esfuerzo necesario. Soy un idealista, pero no soy un cínico, soy perfectamente consciente de que este tipo de participación política requerirá adular, traicionar y trepar. El que esté dispuesto a hacer esto, debería usar su talento aquí. Si alguien tiene que ocupar según qué lugares en política, al menos que sea de los míos. Tengo entendido que Vox es un partido teledirigido desde Madrid y que no hay mucho que hacer desde el nivel local, pero quizás se trate de trabajar hasta llegar al punto en el que tú tienes el control remoto.
A pesar de todo esto, no tengo demasiada fe en los partidos políticos y es por ello por lo que mi propuesta va más encaminada hacia la creación de una sociedad intermedia que controle a los partidos en lugar de que éstos controlen a la sociedad según sus intereses. Como norma general, desconfío de la politiquería y no creo que el camino esté por ahí. Lo que a los políticos les interesa es su carrera profesional, siempre se aprovecharán del hecho de que la alternativa a su partido es considerada por ti como mucho peor. Se aseguran tu voto porque tú votas en contra de algo, pero ellos no hacen nada realmente por ti y tú nunca serás su interés. Y la prueba es que cuando llegan al poder, hacen exactamente lo mismo que el otro al que tanto temías. En última instancia, la salvación no está en la política, que no es más que un aspecto particular de la vida. La salvación no está en otro lugar que en ti mismo. Lo que me lleva al último punto que quiero tratar.
Todo lo mencionado anteriormente no será posible sin que tengamos a los individuos adecuados. Hay una trampa particular en la que caemos todos que es la de definirnos contra un otro. Esto que en un principio es entendible, especialmente cuando el otro quiere acabar físicamente contigo, tiene una pendiente resbaladiza producida porque el otro se define también en oposición a nosotros, esto quiere decir, que muchas veces y por llevar la contraria, nos apropiamos de las etiquetas que el otro nos pone. Como el otro nos desprecia intelectualmente, muchos han visto en el mostrarse orgulloso de ser unos filisteos un arma arrojadiza con la que responder, cayendo en el conformismo y en el desprecio a la formación intelectual. El problema no reside en los viejos traumas que puedan tener algunos, de populares contra empollones, como si la vida adulta fuese una continuación eterna del instituto. La dialéctica hierros-libros es falsaria, no es una cosa o la otra, son necesarias las dos. El problema de la izquierda no es que lean libros, sino que leen libros de mierda que no han sido probados por el paso del tiempo. Está en la propia lógica progresista el estar siempre al tanto de la idea de última hora, esta idea de vanguardia será sustituida por la del año siguiente; esto les hace tener una ideología desestructurada que termina por desestructurar sus propias vidas. Pero además de este reflejo ante el otro, hay otro motivo para la negación a dejar la espiral de memes y Twitter, es la falta de voluntad para hacer el trabajo necesario. Es mucho más entretenido el seguir distrayéndose, contestando a cualquiera que sea la noticia del día que apartarse del rebaño y educarse en las ideas centrales de nuestra cultura. Como ya he dicho anteriormente, no juzgo moralmente al que decida seguir siendo un filisteo, me dirijo al que está distraído y no quiere ser uno. Esto no es una crítica al uso del humor o de los memes, los cuáles ha demostrado ser muy efectivos en desenmascarar la fealdad y ridiculez de los mentirosos que nos señorean, sino una llamada a trascender más allá de eso.
Hay dos aspectos por los que el trabajo intelectual es relevante. El primero puede parecer un poco menor, pero puede tener su papel estratégico. Como ya se ha expuesto, es muy difícil para alguien abriéndose camino en el mundo hoy en día el acceder a patrimonio material, por lo que otro tipo de patrimonio aparece como premio de consolación, lo que se llama patrimonio cultural y que se manifiesta en forma de prestigio social. Este prestigio hoy por hoy está acaparado por la izquierda, por lo que aquellas personas que tienen sensibilidades intelectuales, culturales o artísticas acaban en posiciones de izquierda simplemente porque lo perciben como prestigioso, pero no por convencimiento ideológico. De ahí la hipocresía rampante en el mundo del artisteo. Esto que puede parecer pueril, juega su papel porque no somos seres sólo racionales, nuestro comportamiento muchas veces viene determinado por una serie de impulsos e intereses ocultos que nos avergonzaríamos de admitir en voz alta. Tengo la sensación de que muchos jóvenes, que podrían ser precisamente esa élite que echamos de menos y que tenemos que regenerar, están acabando en lugares simplemente por eso, porque son lugares, porque son reconocibles, se puede formar parte de ellos. Por esto es necesario recuperar el prestigio intelectual en la derecha. El mejor ejemplo que se me ocurre es el anteriormente nombrado BAP, quién combina el humor y la promoción de las pesas con un conocimiento enciclopédico de historia y filosofía. Ha llegado a ser la figura central que es por el respeto que se le tiene, adquirido por la manera que tiene de expresar sus vastos conocimientos. Influencers de los hierros hay millones, Bronze Age Pervert hay uno.
Pero dejando al margen las motivaciones más bajas del ser humano, vayamos hacia otras más altas. El otro aspecto por el que es necesario que seamos más exigentes en el campo intelectual es por algo que ya he ido repitiendo, la necesidad de generar ideas nuevas, estas ideas nuevas sólo se pueden crear desde unos cimientos previos. Pero un momento, ¿no se supone que nosotros los conservadores y reaccionarios deberíamos rechazar toda idea novedosa? Esto se puede responder con un sí y con un no. Sí porque ser conservador es creer en que hay una serie de verdades eternas. Pero la respuesta también es no, porque no se trata de variar estas verdades, sino de ofrecer nuevas perspectivas a éstas para afrontar los retos particulares que nos encontramos en cada momento. Además, haciendo uso de la crítica de Chesterton a conservadores, si uno pretende cuidar una casa sin hacer nada en ella con la intención de conservarla, lo que se va a encontrar en el futuro es una casa en ruinas. Hay que hacer uso de la otra acepción de conservar, ésta es, la de llevar a cabo los trabajos de reparación y restauración necesarios para el cuidado de esta casa. No se trata de generar ideas desde cero, sino usar esas verdades metafísicas para darle sentido al mundo actual. Ésta es la mayor diferencia entre nosotros y la mente progresista, cuyo interés es transformar la verdad para adaptarla a sus fines, nuestro fin es hacer que ésta prevalezca. Esto se hace a través de acceder a un conocimiento verdadero, que según Platón, es la suma de buenas ideas más el logos, que podemos traducir en este contexto como justificación, razón o evidencia. En esta labor será importante el dejar de lado el apego emocional a una ideología particular, lo cual nos puede cegar, hay que estás dispuestos a aprender de manera heterodoxa, pero precisamente para ayudarnos a mantener la ortodoxia en los asuntos que nos importan. Pero no sólo se trata del uso que podamos hacer para nuestros propios fines más inmediatos, sino para que no vuelva a pasar lo mismo que hasta ahora, es decir, que sea difícil encontrar referentes o que los libros que nos interesan estén descatalogados. Es nuestro deber adquirir este conocimiento para pasárselo a las generaciones posteriores, el sistema educativo no es más que una cárcel para niños como dice socarronamente Bob Black, la verdadera educación se tendrá que dar fuera de éste y ese papel lo tendremos que asumir nosotros. Cito a Werner Jaeger refiriéndose a la educación en la Antigua Grecia:
La educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y trasmite su peculiaridad física y espiritual. […] El hombre sólo puede propagar y conservar su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas que la ha creado, es decir, mediante la voluntad consciente y la razón. […] En la educación, tal como la práctica del hombre, actúa la misma fuerza vital, creadora y plástica, que impulsa a toda especie viva al mantenimiento y propagación de su tipo.
Éstos son, muy por encima, los que considero temas centrales a la hora de transformar a un grupo de un millar de tuiteros en un movimiento político, es hora de dejar la mera crítica y llantina en internet y empezar a involucrarse en el futuro de nuestro país. Por último, hay otro aspecto que se suele mencionar a la hora de discutir sobre cómo reestructurar la derecha que es el del papel de los cristianos y el de las parroquias. He dejado la religión fuera a propósito porque este texto es sobre política y ésta pertenece al César. Mi idea es crear un espacio político que nos libre de que la política lo invada todo. Además, ni ser cristiano significa ser necesariamente de derechas, ni todo al que va dirigido esto es cristiano. En este segundo caso, no se puede convencer a alguien racionalmente de las ventajas de tener un asidero en lo Trascendente. Me opongo por principios a hacer ese tipo de discurso. Sólo me gustaría añadir una cosa, que aquellos que hayan sido creyentes pero que se hayan alejado de Dios, intenten buscar en ellos esa llama y que retornen. Al fin y al cabo todo lo relatado en este texto son meros asuntos terrenales. Al resto, lamentablemente no les puedo ofrecer mucho, ellos mismos tendrán que buscar su propia respuesta en el aspecto espiritual.
Antes de terminar me gustaría señalar algo importante. Puede que hagamos todo esto y no consigamos nada, puede que mis pronósticos de futuro no se cumplan, pueden que sean mejores o pueden que sean mucho peores. En cualquier caso, independientemente de lo que pase, incluso si se llegase a un extremo de un colapso civilizatorio, es importante que te pille con los deberes hechos, es decir, todo esto es igualmente beneficioso para ti personalmente para cualquier escenario futuro. Vuelvo a recordar, que en última instancia, la salvación no está en la política, sino en estar física, mental y espiritualmente en orden. Incluso si llegase el totalitarismo duro, ya tendrás dentro de ti las herramientas inmateriales que necesitas para sobrevivir, darán igual las prohibiciones y la represión, lo que ya está contigo no te puede ser arrebatado. Esto puede resultar tremendamente pesimista, pero aquí es necesario traer a colación a Sorel, no al héroe de Stendhal, sino al otro. En la introducción a Reflexiones Sobre La Violencia, el francés nos define optimismo y pesimismo, con dos versiones para este último. El optimista es aquél que considera que El Progreso es imparable y que necesariamente el futuro nos depara algo mejor. De éste se deriva la primera concepción de pesimista, que es el uso más extendido comúnmente, que se refiere realmente a optimistas que habiendo fracasado en sus empeños vitales se dedican a pintar el futuro en tonos oscuros y a decir que todo está perdido. Lo que en jerga memética se conoce como negropastilleado. Pero es la segunda concepción la que me parece realmente interesante y que quiero usar para todo lo descrito en este artículo, a saber, un pesimista sería alguien que es consciente de que el camino hacia futuro está lleno de obstáculos, que la mera maquinaria histórica no será suficiente para derribarlos, sino que es necesario el trabajo duro y tener una visión clara de lo que nos depara para prepararnos. Ésta es la auténtica definición de Progreso a la que nos debemos adherir, si se me permite el oxímoron, hay que ser progresistas pero pesimistas. El futuro puede ser mejor si se es consciente del trabajo necesario para ello.
En definitiva y para resumir todo lo expuesto. Se avecinan unos tiempos en los que no sólo internet será menos libre, sino que internet controlará todo. Hay que retirarse de la cultura dominante, de sus medios de comunicación y sus productos de entretenimiento. Pero este retiro no hay que hacerlo al modo de las religiones orientales, esto es, retirarse hacia el interior de uno mismo para escapar del exterior. Hay que retirarse, sí, pero este retiro debe hacerse de la manera que nos enseña el cristianismo, retirarse no para mirar al interior, sino para mirar al exterior. La Historia está llena de ejemplos de cómo minorías bien organizadas, con ortodoxia en los principios y con un objetivo claro en el horizonte, han conseguido sobreponerse a cualquier enemigo y a cualquier dificultad. Es por ello por lo que necesitamos crear una contracultura conservadora, necesitamos crear un populismo ilustrado.
Artículo escrito e illustrado por Tranquilismo